Visión del Gerontógo MANRIQUE DE LARA, Guillermo
La
población del Perú al igual que muchos de los países en desarrollo se
caracteriza por ser joven. El 38% de su población es menor de 15 años, y sólo
el 6% corresponde a los 60 años o más cuya proyección al año 2025 será del 12%.
Sin
embargo esta estructura demográfica ya ha empezado a variar en las últimas décadas
y se agudizan tales cambios debido principalmente a la declinación de las tasas
de mortalidad y fecundidad. Esta última según la Encuesta Demográfica y Salud Familiar
(ENDES) señala un promedio de hijos por mujer de 4.1 para el período 1984- 1986,
frente a 5.2 del censo de 1981 y al 6.1 del censo de 1972.
La
alta mortalidad infantil 116/mil en menores de 5 años, y de 82/mil de 0 a 1
años, crea la dramática situación de tener que priorizar la atención de los
problemas de acuerdo con su magnitud y la presión ejercida socialmente.
Los
adultos mayores, componentes de un grupo minoritario, no han sido mayormente considerados
dentro de esas prioridades. Es evidente que las mayores posibilidades para la
supervivencia, y el cuidado de la salud la tienen los ancianos del estrato
social alto o medio alto con mayor poder económico. En los sectores populares
en cambio, la pobreza margina a los mayores de una atención de primera
categoría.
Aproximadamente
sólo 25% del total de gerontos están amparados por la Seguridad Social, son los
jubilados de las empresas públicas o privadas que aportaron durante su vida
productiva para lograr ésta protección en su vejez. Los que no aportaron o los
que no ejercieron ocupaciones dependientes, si no tuvieron la capacidad o la
precaución de ahorrar, a riesgo de devaluaciones monetarias, y si no tienen el
apoyo familiar están condenados a una vida de desamparo. Algunos son acogidos
en instituciones de inspiración caritativa (Hermanitas de los Ancianos
Desamparados).
La
Seguridad Social se ha limitado a un programa de actividades culturales y
sociales, por ejemplo pasajes reducidos en el transporte urbano. Cuenta con
algunos consultorios en los centros de salud periféricos para la atención de
los ancianos, a cargo de médicos generales sin formación en geriatría a pesar
de contar en la capital con hospitales de 1000 a 800 camas y de 400 en otras
ciudades del país.
La
Sociedad de Beneficiencia de Lima Metropolitana cuenta con asilos y albergues periféricos
donde se presta atención de salud restringida de manera interdisciplinaria. El problema
con los asilos y albergues es que por reglamento deben ingresar supuestamente
sanos, pero esto no se cumple, a lo que se suman los que se enferman estando ya
institucionalizados, convirtiéndose prácticamente en hospitales sin tener la infraestructura
para funcionar como tales. Estas personas padecen mucho para ser recibidos en
los hospitales generales.
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